El telescopio Herschel del OAN

El telescopio soñado

La adquisición de un telescopio de Herschel para ser instalado en Madrid se enmarcó en el proyecto de establecer en Madrid un observatorio astronómico, proyecto que se remonta al reinado de Carlos III respondiendo a las sugerencias del insigne marino Jorge Juan. La iniciativa nació sin escatimar medios, a juzgar por los planos que trazó el arquitecto Juan de Villanueva, a quien el rey Carlos III encargó la construcción del Observatorio, aunque esta no diera comienzo hasta el año 1790.

José Mendoza y Ríos - Museo Naval de Madrid

José Mendoza y Ríos - Museo Naval de Madrid

Un potente telescopio debería servir de base instrumental al naciente Observatorio. Condujo las gestiones de la adquisición José de Mendoza Ríos, marino residente en Gran Bretaña, adonde había sido enviado para adquirir libros y mapas destinados a la Marina española.

Este marino, cuya más conocida contribución a la navegación se refiere al método para “despejar la distancia” en la determinación de longitudes por el método lunar y que, en 1800, antes de terminarse el telescopio, fue separado del servicio de la Armada “sin goce de sueldo, fuero ni uso de uniforme”, fue un excelente cumplidor del encargo recibido, siguiendo con todo detenimiento las fases de construcción del telescopio, redactando las instrucciones para su montaje y uso y ocupándose del envío a España. Precisamente a Mendoza se le deben las veinte bellas láminas “Planos generales y particulares del Telescopio de 25 pies ingleses de largo, etc.”, en las que se contienen “las representaciones generales y los detalles de todos los mecanismos exteriores y de los que se colocan en el Observatorio auxiliar”.

Uno de los telescopios de 7 pies del Real Observatorio - OAN

Uno de los telescopios de 7 pies del Real Observatorio - OAN

Las dudas existentes sobre la fecha en que fue solicitada la construcción del telescopio desaparecieron en gran parte por el descubrimiento de una carta de Herschel a Mendoza, de 18 de enero de 1796, aceptando el encargo de construir dos telescopios para el Rey de España. Señalaba en dicha carta que el telescopio mayor sería de 25 pies de largo, con espejo de 24 pulgadas de diámetro (1 pie = 30,48 cm, 1 pulgada = 2,54 cm), y el pequeño de siete pies de largo y siete pulgadas de diámetro, fijando un precio inicial de 3.000 guineas. Pero es muy probable que en este precio no se incluyeran los instrumentos auxiliares: relojes, teodolitos, cuadrantes, etc. En cartas posteriores se consideraron distintas modificaciones, prevaleciendo, finalmente, el encargo original, ampliado en el sentido de que al gran telescopio de 25 pies lo acompañarían otros dos de siete pies.

Si bien en la época predominaba la astronomía de posición como tema prioritario en el quehacer de los astrónomos, otros deseaban profundizar en el cosmos y alcanzar su estructura última. Destacaba, entre ellos, William Herschel con una tenacidad y una capacidad de trabajo y dedicación fuera de lo común. Dejando un poco de lado los instrumentos destinados a la determinación de las posiciones de los astros, concentró su esfuerzo en la construcción de telescopios, camino que emprendió en 1773 con un telescopio de cinco pies y medio. Poseía Herschel, por consiguiente, una gran experiencia cuando acomete su trabajo para el Observatorio español, y dado que nadie aventajaba a Herschel entonces en su doble actividad de observador y constructor de telescopios, todo parecía indicar que, con el 25 pies, la astronomía española iba a disponer del primer telescopio del mundo en calidad óptica y el segundo en tamaño.

Óptica

Espejo original del gran telescopio de Herschel de Madrid - OAN

Espejo original del gran telescopio de Herschel de Madrid - OAN

Los espejos son las piezas fundamentales de un telescopio, y hechos de bronce, se empleaban aleaciones que, de ordinario, guardaban en secreto los constructores. Tampoco Herschel divulgó su fórmula, aunque hay indicaciones de que pudiese ser 71 por 100 de cobre y 29 por 100 de estaño. También las técnicas de fundición y pulido se mantenían secretas, y Herschel, que lograba una gran perfección en las mismas, sabía que las condiciones de las superficies reflectoras se degradaban tan fácilmente que construía para cada telescopio dos espejos, de forma que siempre uno asegurara la continuidad de la observación mientras el otro era nuevamente pulido.

Ocho meses en una primera fase y cinco en otra, invirtió Herschel en desbastar, pulir y perfeccionar los espejos. Entre ambas etapas, en enero de 1797, el telescopio había sido construido y se hizo una primera observación, no completamente satisfactoria. Pero tras un intenso trabajo sobre los espejos, en marzo de 1798, Herschel observó el planeta Urano, el mismo que había descubierto pocos años antes, comentando que jamás lo había contemplado con una definición tan perfecta.

Transporte e instalación

Ilustración del gran telescopio de Herschel de Madrid - OAN

Ilustración del gran telescopio de Herschel de Madrid - OAN

El día 7 de enero de 1802 zarpó de Londres el bergantín “Juana”, de bandera danesa, con 52 cajones en que se habían embalado todos los efectos correspondientes al gran telescopio, sin olvidar las instrucciones para el montaje y utilización del instrumento al llegar a su destino.

Tras su llegada a Bilbao, la preciada carga, que sumaba 500 arrobas, fue distribuida en cuatro carros, construidos para los bultos mayores y el tubo, y en un número indeterminado de carretas para el resto. La comitiva inició el 17 de abril el viaje desde la ciudad vasca hacia Madrid. Pero a pocas leguas de Bilbao, en el Puerto de Orduña, ocurrió un trágico percance: habiéndose hecho cargo del transporte el instrumentalista jefe del Observatorio, Carlos Rodríguez, fue arrojado por la mula que montaba, recibiendo tan gran golpe que falleció, de resultas del mismo, el 19 de junio, en Berberana.

La elección del emplazamiento del telescopio originó un reñido debate. El fundador y primer director del Observatorio, Salvador Jiménez Coronado, propuso que se instalase en los terrenos del cementerio contiguo, a lo que los curas feligreses del Retiro se negaron. Terció el arquitecto Villanueva, quien llegó a proponer realizar modificaciones en el templete del Observatorio para instalar ahí el telescopio, una idea que hoy se nos antoja descabellada. Triunfó, al fin, la tesis de Jiménez y el telescopio se trasladó el cementerio contiguo que había sido el motivo de la discordia con la curia.

La puesta en servicio se demoró mucho tiempo, lo que puede haberse debido a la muerte del experto Rodríguez y a la no aceptación del ofrecimiento de Mendoza de enviar “a un artista que había servido desde un principio a la Comisión midiendo y delineando hasta las menores piezas del telescopio”.

Tras diversas vicisitudes, a las que no fue ajeno el Rey, que deseaba ser el primero que mirase un astro con tan magnífico y costoso instrumento, ni las dificultades de acceso para los coches, sin que se sepa si, por fin, se verificó la real visita, el 18 de agosto de 1804 pudo ya mirarse por el telescopio, perfectamente montado.

Destrucción y el tesoro conservado

El telescopio fue destruido durante la ocupación francesa de 1808, convertido en polvorín el Observatorio. De todo él sólo se conservan los dos espejos, encontrados en sendas cajas de madera, escondidas en un torreón del edificio principal, y el reloj, firmado en Londres por el relojero Antonio Molina, que continúa marchando con regularidad, como signo del fluir constante e ininterrumpido del tiempo. Afortunadamente también se conservaron los magníficos dibujos y las instrucciones primorosamente preparados por Mendoza y Ríos.

Además de este tesoro en forma de espejos, relojes y planos, el Real Observatorio, hoy parte del Patrimonio de la Unesco, conserva una réplica del gran telescopio de 25 pies que asombra a todos los visitantes que acuden a contemplarlo. Son los testimonios de las ambiciones de aquellos antepasados nuestros, astrónomos que soñaron con una España convertida en potencia científica, partícipe de todos los grandes avances que propicia la tecnología más puntera.

Réplica del gran telescopio de 25 pies en el Real Observatorio de Madrid - OAN

Réplica del gran telescopio de 25 pies en el Real Observatorio de Madrid - OAN

Documentación

En la Biblioteca del Observatorio Astronómico Nacional se conserva la documentación remitida con el telescopio, compilada y redactada en parte por Mendoza.

Estas notas han sido adaptadas de las publicaciones de M. López Arroyo que a continuación se indicadan, junto con otras de relevancia.

  • Carrasco Garrorena P.: “El gran telescopio de Herschel-Mendoza, adquirido para Madrid a fines del siglo XVIII”.Revista de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, 26, 1931 (51-59).

  • López Arroyo, M. y Giménez, A.: “El Gran Telescopio de W. Herschel”. IGN, Madrid, 1990.

  • López Arroyo, M.: “El Real Observatorio Astronómico de Madrid (1785-1975)”. CNIG, Madrid, 2004.

  • "Planesas, P.: “Elementos ópticos del telescopio de 25 pies del Observatorio Astronómico de Madrid” Planesas, P.: “Elementos ópticos del telescopio de 25 pies del Observatorio Astronómico de Madrid”. Informe técnico OAN 2001-14.

  • Tinoco, J.: “Apuntes para la historia del observatorio de Madrid”. Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid para 1953.