El telescopio de Pico Veleta
Una de las piedras angulares del Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM) es el radiotelescopio de 30 metros situado en Pico Veleta, en Sierra Nevada. Se trata de uno de los más potentes del mundo en su género y está siendo uno de los más productivos de la historia de la astronomía. El observatorio, que está enclavado en un sitio excepcional a 2800 metros de altitud, fue construido y es mantenido operativo por IRAM, del que el Instituto Geográfico Nacional (IGN) es copartícipe. En la actualidad está integrado en la red de Infraestructuras Científicas y Técnicas Singulares (ICTS)de España, y realiza observaciones para la comunidad astronómica internacional 24 horas al día 365 días al año. El IGN ha jugado un papel clave en la mejora sustancial de las prestaciones de este radiotelescopio mediante el proyecto ASSSA.
El telescopio consta de una antena parabólica clásica de un solo plato, que permite la exploración de objetos cósmicos extensos, como galaxias cercanas y nubes interestelares. Gracias a su gran superficie, el telescopio de 30 metros de diámetro no tiene rival en cuanto a sensibilidad y está bien adaptado para detectar fuentes débiles. La superficie de la parábola está ajustada con una precisión de 55 micrómetros, lo que corresponde a la anchura de un cabello humano.
El telescopio de 30 metros está equipado con una serie de receptores heterodinos y cámaras de continuo que funcionan a 3, 2, 1 y 0,9 milímetros. La espectroscopía de alta resolución permite estudiar la interacción de la química y la formación continua de estrellas dentro de las nubes moleculares gigantes de la Vía Láctea y de las galaxias cercanas, hasta las galaxias más lejanas conocidas del universo.
Con el telescopio de 30 metros, los científicos pueden obtener mapas detallados del universo milimétrico, buscar nuevas estructuras hasta ahora desconocidas o rastrear los espectros de los objetos interestelares en busca de nuevas moléculas. A la vanguardia de la radioastronomía, el telescopio de 30 metros de Sierra Nevada también permite a los astrónomos acceder a ciertas partes del cielo austral y, por tanto, observar el centro de nuestra galaxia.